sábado, 21 de enero de 2012

Materia prima española, entorno irlandés

Esta historia comienza una tarde a principios del mes de octubre. Bueno, en realidad, empieza antes, pero yo soy consciente a partir de ese día. El cómo no os lo voy a contar. Sólo os diré que mi aventura en Irlanda acababa casi de empezar, que una tarde me decido a hacerme un test de embarazo y que en poco más de un minuto mi vida da un giro total. ¿Embarazada? No puede ser. Se lo comunico a Señor G., que tampoco se lo cree. Espero al día siguiente, y me vuelvo a hacer otro test. Positivo. Ya decía yo que te veía un poco más 'rellenita' que antes, me dice Señor G.

De repente, todo cambia. Por mi cabeza pasa lo que he comido, bebido, hecho y dejado de hacer en las últimas semanas. ¿Estará bien? ¿Le habrá pasado algo? ¡Pues empezamos bien! Todavía no tiene ni un mes y ya me ha metido la preocupación en el cuerpo.

Pasado el primer 'susto', me enfrento a otro aún mayor: decírselo a C., mi anfitriona irlandesa. Decido hacerle partícipe de la buena 'nueva', entre otras cosas, porque estoy cuidando de sus hijos y quiero que sea consciente de que en cualquier momento me pueden pasar cosas inesperadas. Su reacción es buena, muy buena, diría yo. Que es normal, que estoy en la edad, que estas cosas pasan... No hay que olvidar que estamos en Irlanda, un país católico, con una media de tres hijos por familia y en el que el aborto no está permitido.

Ella es la que me acompaña a la primera visita al médico, la que me deja el libro 'El embarazo, semana por semana' y la que me dice 'tienes que beber mucha agua' o 'llévate estas galletitas a tu habitación para comer en mitad de la noche'.

Para resumir, diré que mis tres primeros meses de embarazo se me pasaron volando, entre otras cosas, porque yo seguía dedicada al cuidado de los Pequeños Pelirrojos y no quería que ellos notasen menos atención por mi nueva situación. En cuanto a lo físico, sólo tuve algunas semanas de hambre voraz y muuuuucho, muuuucho sueño.

Con C. pacté que estaría con ellos hasta Navidades y que luego ya tendrían que buscarse a otra au-pair. Y tengo que reconocer que, por mí, habría sido antes, porque las últimas semanas de cuidado de los niños yo me notaba bastante más nerviosa, irritable e impaciente de lo normal... y a ellos no les podía decir: ¡no soy yo, son las hormonas!

La familia (española, se entiende) lo supo pocas semanas antes de volver yo a España en Navidades. Señor G. y yo lo decidimos así porque queríamos esperar a la primera cita en el hospital para que nos confirmaran que todo seguía hacia adelante, y eso ocurrió a finales del mes de noviembre. En otro capítulo hablaré de las diferencias en el seguimiento del embarazo en un país y en otro.

La primera ecografía fue, para nosotros (supongo que para todos los padres), muy emocionante. La confirmación de que 'algo' estaba creándose. Con tan poco tiempo de vida, yo ya le veía piernas, brazos y hasta la forma de la nariz. Y no me saludó porque no le dieron suficiente tiempo, que si no... También fue el momento de hacerlo público a los más allegados... y a que empezaran las preguntas - sin respuesta - de todo tipo: ¿y ahora qué váis a hacer? ¿os volvéis? ¿os quedáis? ¿os casáis? ¿dónde viviréis? ¿a qué colegio lo llevaréis?

Cuando el 'shock' familiar pasó, todo el mundo se alegró mucho y todos nos relajamos un poco. Yo tuve algún 'episodio' en el que tuve que volver al hospital, pero más por preocupación innecesaria que por otra cosa. También otro día hablaré de leer determinadas cosas en Internet.

Y así pasaron los días hasta que volví a España para las Navidades. Y montar en avión - otra preocupación más (será malo, pasará algo...), y volver a ir al médico para que me iniciaran un historial, y pasar algunos días sin coger peso ni que crezca la barriga (será malo, me pasará algo...), y que te presten un detector de latidos del corazón del bebé (aún sin querer, lo usas más veces al día de las que creo que son psicológicamente sanas)... en fín, lo natural... y aún así, muy tranquila y contenta.

Y llegamos al día de hoy, con casi 20 semanas - a partir de ahora, nos tenemos que hablar en estos términos - de embarazo, de vuelta en Irlanda y cada vez más consciente de que hay un bebé en camino.

2 comentarios:

  1. No pué ser (entiéndelo como lo diría Jose Mota...)
    Enhorabuena tia!!! He llegado aqui a traves de Facebook, hacia mucho que no sabia nada de ti, por cierto, soy Alfonso (sonido, 7 magnificos, jumilla, medio manchego...)jejje.
    Pues eso, que me alegro mucho por ti y tu chico, y por lo que es Irlanda en si (tengo familia en Dublin y le tengo mucho cariño).
    Disfruta la vida!!
    Un besico.

    ResponderEliminar
  2. Primaaa que bien tener noticias tuyas!
    Que bonito todo lo que cuentas, las sensaciones... disfrutalo todo porque pienso que cada etapa tiene su encanto aunque estar preocupada es normal, a partir de ahora ya no sois dos... te seguire por aqui. un besazo y que todo salga perfecto

    ResponderEliminar